Hace unos años, la forma en la que el gobierno reaccionaba a las acciones de violencia y de inseguridad que padecía la población era sin excepción en un solo sentido diciendo “fue un hecho aislado”. 

Pasara lo que pasara y donde pasara, la respuesta era la misma cantaleta: “se trató de un hecho aislado”. 

Era la forma de decir que la ciudad, el estado o el país vivían en paz y que el homicidio, ejecución, secuestro, levantón y hasta las masacres, eran casos que no concordaban con la paz “imperante” en todo el territorio nacional. 

Ante la evidente descomposición, la respuesta era la negativa constante, calificando esa violencia como acciones atípicas que nada tenían que ver con la realidad de paz social en la que supuestamente vivíamos. 

Estábamos ante el inicio de una extraña pero redituable forma de gobernar: el cinismo y la desfachatez

Años después, en un escalón más alto, el gobierno pasó del desdén ante pruebas contundentes e irrefutables, al simplismo del “yo tengo otros datos”. 

Ahí sí no importaba la prueba que se pusiera sobre la mesa: el testimonio de los padres del desaparecido; las masacres diarias con videos y fotografías, las narcomantas amenazantes y hasta las reuniones con la familia de los capos; todo se resolvía con esa célebre respuesta

Y con el: “yo tengo otros datos”, vivimos seis años de terror, hasta que ahora el nuevo gobierno acuña una nueva línea discursiva que reza: “es que es entre ellos”. 

Cómo si el hecho de matarse y buscar exterminarse entre carteles hiciera menos grave el problema y como si los ahora descubiertos centros de reclutamiento y campos de exterminio no implicarán la muerte de miles de jóvenes, que no estaban involucrados con el crimen organizado

Así las cosas, en menos de 2 décadas pasamos de la política desdeñosa de los hechos aislados, a la de la negación del yo tengo otros datos, hasta la cínica postura de decir que es un problema entre ellos

Total, que lo más grave, es que pasarán los años y vendrá un nuevo político creativo que normalice aún más este dantesco país, sin que se vea una política que nos haga pensar que el país pueda recuperar esa paz que vivimos en nuestra lejana niñez

Y conste que, en estas dos décadas, ya pasaron los tricolores, los azules, volvieron los tricolores y llegaron los guindas sin que se vea el más mínimo avance en esa materia

Sin ánimo de exagerar, al que me pida un consejo le diría: “sálvese quien pueda”.