Al gobernador Moreno Valle le costará muy cara su reticente actitud para aceptar que desde el 1 de diciembre de 2012 dejó de ser al amo y señor de estas tierras.
Esta vez su obsesión por arrancar el teleférico en el marco del Tianguis Turístico supuso que al igual que lo hizo con las celebraciones del 150 aniversario de la Batalla de Puebla, podía pasarse por el arco del triunfo las leyes que defienden el Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Para nadie es un secreto que Moreno Valle hizo y deshizo para sacar a flote las festividades del 5 de mayo pasado, con la complicidad de los delegados federales, quienes terminaron convertidos en sus subordinados.
En un error de cálculo, el Señor de los Cerros pensó que para la puesta en marcha del teleférico contaría con el aval incondicional del delegado del INAH, pese a los daños irreversibles que la construcción del teleférico le provocaría a diversos edificios protegidos por la UNESCO.
Nada sencillo debe haber sido para Moreno Valle tener que reconocer ante los medios que el teleférico no podrá ser inaugurado dentro de la fecha anunciada, por lo que tendrán que disfrazar las torres metálicas de la zona del Parián y Los Fuertes, para disimular semejantes armatostes.
Le guste o no, el teleférico se ha convertido en un dolor de cabeza para el gobernador, sin que pueda culpar a nadie más que a él mismo de este tropiezo gubernamental.
La teoría del miedo
Gobernar con base en el miedo es una forma probada y exitosa de muchos hombres de poder.
En Puebla, el arranque del presente sexenio se caracterizó por generar una ola de miedo entre cualquiera que intentara diferir con el nuevo mandamás.
Así fue como políticos, empresarios, grupos no gubernamentales y medios de comunicación vivimos una embestida de quien no soportaba la idea de tener opositores a cada uno de sus excesos.
Todos en Puebla hemos sido testigos de cómo se ha utilizado a diversas dependencias estatales para amedrentar cualquier brote subversivo.
El morenovallismo ha utilizado al Tribunal Superior de Justicia, a la Procuraduría de Justicia, a la Secretaría de Seguridad Pública y al Órgano de Fiscalización para someter a cualquiera que sea considerado como enemigo del gobernador.
Esa misma teoría del miedo suele ser utilizada en tiempos electorales donde la sumisión de los grupos políticos suele obedecer al temor a las represalias.
Así las cosas, será interesante observar detenidamente a cada una de estas dependencias al servicio de Casa Puebla, porque desde ahí se suele generar el miedo que intimide a la contrapropuesta electoral.
Para mala fortuna del gobernador, al igual que ha sucedido con el INAH, las dependencias federales están llamadas a ser el contrapeso que equilibre la contienda.
Y aunque no será tarea sencilla, mucho dependerá de la capacidad de los priistas para anular a los órganos inquisidores y recuperar la plaza poblana.
Veremos y diremos.
RMV, víctima de su propio capricho

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