Al levantar nuevamente la voz para exigir justicia por las víctimas de la violencia, desaparecidos y sus familias, por las madres y padres buscadores, el Obispo de la Arquidiócesis de Puebla, Francisco Javier Martínez Castillo, advirtió que el panorama luce difícil y complicado, pero con la solidaridad de todos cambiará.
Además, realizó una oración especial por la joven deportista Nayeli Clemente, quien murió por presunta negligencia médica en San Andrés Cholula en un evento atlético.
Desde la Basílica Catedral Metropolitana de Puebla, recordó que este domingo 4 de mayo, es el jubileo de los trabajadores y su unión, es muestra de la transformación positiva, que se necesita en territorio nacional.
Subrayó que no se debe desacreditar el trabajo de los grupos de madres y padres buscadores, ni alterar la poca tranquilidad que aún existe al seno de esas familias que han sido víctimas de la violencia que se vive en México, y únicamente las mamás, los papás y familias de quienes han sido víctimas de violencia y desapariciones, saben el dolor infinito que sienten por sus seres queridos asesinados o desaparecidos.
Refrendó que esa unión mostrada por los trabajadores de todos los sectores del motor de la economía de México, debe ser un ejemplo, que se debe replicar en todos los sectores sociales para evitar este desbalance que se vive y daña a la comunidad nacional y estatal.
Insistió que Jesús fue un ejemplo del trabajo con justicia social, como lo demuestra al hacer de San Pedro el líder social y espiritual de los cristianos, después de ser crucificado y aparecerse a los apóstoles nuevamente para encaminarlos al trabajo con la comunidad y ser una iglesia resiliente, siempre trabajando codo a codo con la población.
Durante su reaparición en Catedral, después de estar en El Vaticano unos días luego del deceso del Papa Francisco, subrayó que cada persona, debe hacer un gran esfuerzo desde su punto de trabajo o de influencia para transformar este panorama peligroso de violencia.
Martínez Castillo, refrendó ese panorama violento, de persecución también lo vivieron los primeros cristianos y los apóstoles, pero con unión, solidaridad, fraternidad y esfuerzo conjunto transformaron ese panorama de violencia.