Cuando faltan apenas 12 días para el final de su mandato, el presidente Donald Trump acabó por aceptar la realidad —entre llamados de legisladores de obligarlo a dejar el poder anticipadamente, como lo contempla la propia Constitución de Estados Unidos— y reconoció que se irá pacíficamente luego de que el Congreso confirmó su derrota en las elecciones de noviembre.

En un video desde la Casa Blanca el jueves, Trump condenó la violencia desatada en su nombre un día antes en el Capitolio. A continuación, por primera vez frente a una cámara, reconoció que se aproxima el fin de su presidencia, aunque en ningún momento mencionó por su nombre al presidente electo Joe Biden ni dijo explícitamente que había perdido.

El 20 de enero prestará juramento un nuevo gobierno”, dijo Trump en el video. “Mi atención se centra ahora en garantizar una transición del poder tranquila, en orden y armoniosa. Este es un momento que exige sanación y reconciliación”.

El discurso, aparentemente diseñado para sofocar los llamados hacia su salida anticipada y forzada de la Casa Blanca, fue la culminación de una jornada en la que el presidente acorralado permaneció fuera de la vista pública en la Casa Blanca. Bloqueadas algunas de sus líneas de comunicación preferidas en internet, recibió las renuncias de varios de sus aliados principales, entre ellas las de dos secretarias del gabinete federal.

Y mientras las autoridades analizaban las secuelas de la toma del Capitolio por parte de una turba trumpista, se multiplicaban las discusiones sobre la posibilidad de someterlo a un segundo juicio político o de invocar la 25 Enmienda Constitucional, bajo la cual el vicepresidente y una mayoría del gabinete pueden pedir —y el Congreso confirmar— su destitución por incapacidad.

Con información de AP