¡Qué tranza, mis valedores! Si creían que ya lo habían visto todo en el ring político poblano, agárrense, porque el PRI se está dando con todo… entre ellos mismos. Sí, así como lo leen. Ya no es que el partido se esté cayendo a pedazos, es que los poquitos tricolor que quedan se están lanzando las sillas desde adentro del vestidor.
Pos resulta que ayer, el dirigente Néstor Camarillo se fue a la yugular del exdirigente municipal Juan de Dios Bravo Jiménez, y no con guante blanco precisamente. Lo llamó “viejo mañoso”, lo acusó de tener nexos con el crimen organizado, de andar pidiendo dinero para reelegirse y de querer irse a Morena a buscar chamba. ¡Así como la oyen!
Según Néstor, la crisis que vivió el PRI en la campaña de 2024 se la deben, en parte, a los escándalos de Juan de Dios. Que hasta el fiscal lo paró pa’ pedirle que lo bajara de la planilla porque el olor a expediente lo traía encima.
Pero mientras uno acusa, el otro dice que quien está desmembrando el partido es el propio Camarillo.
La neta, mi mai, esto ya no es un pleito de poder. Es un desmadre. Porque mientras Morena y el PAN andan viendo cómo van a repartirse el futuro de Puebla, el PRI sigue jugando a destruirse desde dentro. Y no se necesita tomar partido para ver que aquí no hay liderazgo, ni estrategia, ni tantita vergüenza.
No estamos hablando de diferencias políticas, sino de acusaciones graves en pleno micrófono, como si no importara arrastrar al partido por el lodo con tal de ganar la última palabra. Se avientan nombres, señalamientos, cifras y amenazas como si estuvieran en una junta vecinal de mala copa.
Y mientras eso pasa, ¿quién está pensando en reconstruir lo poco que queda del tricolor? Nadie. Porque están tan ocupados buscando culpables que no ven que el verdadero problema es la falta de proyecto, de base, de estructura… y de seriedad.
En medio de este circo, ¿seguirá pensando Camarillo que puede ser candidato a gobernador? Si no puede controlar ni su comité municipal…
Me cae de madre que con suerte y el PRI llega con registro a ese año. Y eso, solo si los pleitos internos no terminan de enterrarlo antes.
Porque, mis valedores, esto no es política, es una función de lucha libre mal montada, sin referí y con máscaras ya rasgadas. Un partido histórico, convertido en ring de egos, donde los que deberían estar reconstruyendo andan ocupados exhibiéndose unos a otros como si eso fuera lo que los poblanos queremos ver.
El PRI no necesita enemigos, porque los trae de casa. Y mientras los líderes se gritan “viejo mañoso” y se sacan los trapitos, la gente allá afuera sigue sin saber pa’ qué sirve hoy en día ese intento de partido.
¡Nos vemos en la próxima caída, mi mai! Porque al paso que van… queda más función que partido.