Hoy que tantos seguidores de Andrés Manuel López Obrador claman justicia divina porque se dicen robados, mejor deberían de revisar que hicieron mal de nueva cuenta y por qué no obtuvieron el triunfo electoral.
Una de las desventajas de los partidos que impulsaron a Andrés Manuel López Obrador como candidato es que todo se centró precisamente en la figura del tabasqueño y no se le “blindó” con candidatos que pudieran sumarle algo a su campaña. Si bien su propuesta de gabinete presidencial, en caso de ganar la elección, sonaba muy atractiva con figuras como el propio jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard; el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente y el jefe histórico de la izquierda, Cuauhtémoc Cárdenas, entre otros, los candidatos que impulsó al Senado y a las diputaciones dejaron mucho que desear.
Si bien es cierto que la figura presidencial es la que arrastra a todos en la contienda, los partidarios de López Obrador y el propio “Peje” cuidaron muy poco la figura de quienes iban como candidatos arropando al tabasqueño. Puebla capital y el resto de la entidad es un muy buen ejemplo. Manuel Bartlett Díaz, candidato al Senado de la República, fue un esplendido aspirante, realizó un notable trabajo y sus números así lo confirman, ya que dudosamente perdió ante Javier Lozano Alarcón la primera minoría por poco más de 20 mil votos. Y eso que fue boicoteado por personajes supuestamente de izquierda como el diputado local y miembro de la dirigencia nacional de Movimiento Ciudadano, José Juan Espinosa y por el exdiputado local del PT, José Benigno Pérez Vega, mejor conocido como Pepe Momoxpan.
Hablar del resto de los candidatos de la izquierda es decir que todos dejaron mucho que desear, incluso en Puebla capital se asegura que estaban al servicio del gobernador Rafael Moreno Valle, quien palomeó sus nombres junto con los famosos “Chuchos”, representados en Puebla, por el futuro senador plurinonimal Luis Miguel Barbosa Huerta y por el ahora subsecretario de Gobernación, Miguel Ángel de la Rosa Esparza, primo del candidato a diputado por el distrito 6, Mario Chapital de la Rosa.
Ya el periodista Arturo Luna Silva, en su “Garganta Profunda” del pasado viernes, explicó de manera clara cómo estaban las cosas. Los cuatro candidatos de Puebla nunca hicieron campaña, ni un maldito díptico o tríptico mandaron a imprimir para tratar de dejar constancia de su trabajo. Una semana antes de que terminara la campaña trataron de simular, que hicieron trabajo político, pero nada más.
Durante la jornada electoral del pasado domingo y por la noche se fueron a dormir cómodamente a su casa y en la mañana se despertaron con la noticia de que la votación se había invertido en Puebla capital, principalmente en los distritos 6, 9 y 12 en donde los contendientes a diputados del PRI y el PAN, curiosamente, responden a los intereses del gobernador Moreno Valle. Hay que revisar también el papel que jugaron personajes muy cercanos a Enrique Doger Guerrero, el candidato ganador en la contienda electoral por el distrito 6 de Puebla, que fueron incrustados dentro de la izquierda, para jugar el papel de esquiroles.
La fatalidad de la izquierda no está sólo en el supuesto fraude electoral que les cometieron, si nos en los “arreglos” y “chanchullos” a los que tan acostumbrados nos tienen personajes como Jesús Ortega, el líder de los “Chuchos” en el PRD y su corriente Nueva Izquierda. Haría muy bien Andrés Manuel López Obrador en aprovechar todo este movimiento social que tiene a su favor para crear un nuevo partido político, ajeno a los intereses de los “Chuchos” en el PRD, de los “Dantes” en Movimiento Ciudadano y de los “Anayas” en el PT.
La izquierda también debe de hacer una profunda reflexión sobre cual fue su papel y su culpa en esta contienda.
Es muy claro que hoy quien encabeza los movimientos de inconformidad contra el resultado electoral del pasado domingo no son ni Marcelo Ebrard, ni Manuel Camacho Solís, ni Miguel Ángel Mancera, ni los “Chuchos”, ni Dante Delgado, ni la gente del PT; son en su mayoría ciudadanos, muchos de ellos integrados al gran movimiento de Morena, que siguen fieles a López Obrador mientras los demás guardan silencio a la espera de poder negociar algo con el PRI y con Enrique Peña Nieto.
Bien le haría a la izquierda una buena limpia de todos esos personajes, acostumbrados a vivir del erario y de las “concertasesiones”, si es que quieren tener un futuro y ser realmente competitivos.