En marzo y abril no se le añadió ninguna nueva estrofa al Himno nacional pero el canto de las sirenas de los presidenciables del blanquiazul desde Cordero, Lujambio hasta Creel y Vázquez Mota se escuchó en las visitas de la camada panista a Puebla.

Ernesto Cordero nutrió el optimismo de los panistas añorando la continuidad en Los Pinos.

“Son diez años de buen gobierno y espero que a final de cuentas el electorado en su momento aquilate lo que hemos avanzado en estos últimos años.”

Pero la Puebla de la transición se volvió la reserva electoral para los panistas y el desfile de presidenciables se volvió también el ring del coqueteo en el que lo mismo Belanova amenizó la alternancia, desde la primera piedra del CRIT hasta la exuberancia con que en el Congreso local el PAN aprobaba la cuenta pública del exgobernador Mario Marín Torres olvidando los denuestos sexenales.

Belanova sin playback
Si México es una nación que está llena de amor, tal y como la nueva novia de América preconizó in situ desde el corazón del Producto Interno Bruto poblano —léase la exclusiva, perdón, se quiso escribir excluyente—, Angelópolis y sus alrededores, la alternancia democrática posee su propia dosis de una estrella más del “Canal de las Estrellas”.

El ergo inmediato de esta cronología de fin de año incluye por supuesto cómo Belanova, Edith Márquez, Lucerito y Chabelo opacaron a la clase política en la colocación de la primera piedra del CRIT y en los linderos de la alternancia se mostró cómo el Legislativo le rindió culto al pop nacional, con la friolera aprobada en el pleno de unos 100 millones de pesos para la edificación del CRIT.

La educación moral de este país como manda el canon de los poderes fácticos y las aspiraciones en política de salud del estado de Puebla se depositaron en las manos de la Fundación Teletón al colocarse de manera simbólica la primera piedra del CRIT. Pero al menos Belanova no exhibió que en el backstage yace siempre el ritual del playback.

La reacción provino del periodista de Proceso Jenaro Villamil, quien resumió su displacer con el hecho mediático-político poblano transicional en una visita posterior a la Ibero Puebla: “La mediatización de la política de estar sacando recursos públicos para privilegiar la imagen de los políticos que no les queda de otra, o de armarles un show al estilo Kalimba o de borrarlos de la pantalla como a Santiago Creel.”

Los panistas en acto de contrición legislativo
Y en ese juego del poder que es el poder mismo, el Congreso local aprobó la cuenta pública al otrora defenestrado marinismo.

El acto de contrición provino del panismo que —como pecado de omisión— olvidó todos los denuestos, críticas, descalificaciones hacia el adversario en turno del sexenio pasado y en un exceso de moralidad logró lo que contuvo su desgano: al cerrar la LVIII Legislatura —la llamada “Legislatura de la alternancia”— su primer período ordinario de sesiones, caracterizado por la aprobación incontinente de las iniciativas del Poder Ejecutivo. Dos temas conmovieron el orden del día: la discusión y aprobación de la ley de extinción de dominio y la aprobación de la mini cuenta pública de las últimas dos semanas del período de gobierno de Mario Marín Torres.

El panismo fue tan priista como el priismo del sexenio pasado. El partido que hizo de la crítica al marinismo su modus operandi político, su sentido existencial, en un acto de reivindicación con el marinismo no dudó en aprobar el último período de la cuenta pública del exgobernador Marín Torres.

Las palabras del diputado petista Zeferino Martínez, describieron el comportamiento panista: “Pa’ que tanta promoción de ganarle al PRI la elección pasada sino va a cambiar nada; mejor saquen un desplegado los del PAN y pídanle perdón a Mario Marín.”

El momento más polémico de la última sesión del primer período ordinario fue la aprobación del último tramo de la cuenta pública marinista, el llamado mini periodo; ahí se exhibió el comportamiento de la bancada mayoritaria del PAN que avaló sin chistar la cuenta pública, a pesar de la catarata de críticas sobre presuntos actos de corrupción.

La filosofía Carstens
Y como parte de ese balance de mundo feliz con el calderonismo hasta Carstens difundió en Puebla su mensaje de happy end economicista, con rechifla del respetable de por medio.

El mundo feliz del secretario de Hacienda en el primer día de Espacio 2011, donde jóvenes de todo el país lo abuchearon porque sentenció el funcionario del Banco de México que en nuestro país “no hay crisis”.

La gran ventaja es que en este país no está en crisis, sentenció sin rubor el responsable de la política monetaria del Banco de México (BM), Agustín Cartens, ante un auditorio de jóvenes de todo el país que asistieron al primer día de Espacio 2012 en el Centro de Convenciones. A continuación, el motivado conferencista les espetó a los muchachos asistentes al mundo feliz de los Azcárraga.

“En el país no hay crisis”, insistió y lanzó un ligero matiz, “lo que no significa que no haya muchos problemas ni que tengamos grandes retos como el abatimiento de la pobreza, la creación de empleos y oportunidades para los jóvenes”.

Y acotó que ni el sistema bancario ni el gobierno están “quebrados”.

“Desde el punto de vista financiero, el gobierno esté entre comillas quebrado y la banca quebrada, eso no está pasando en México y eso nos da fortaleza y una buena fortaleza para salir hacia adelante.”

La incredulidad ante las declaraciones eufóricas del funcionario hallaron eco en el estudiante Enrique Herrera Arreola, alumno de la Universidad de Chiapas; el estudiante del sur del país cuestionó a Carstens por cómo se atrevía a decir que en México no había crisis cuándo él no había convivido con familias que ni siquiera tienen para comer.

No más sangre
Los poblanos salieron una tarde de abril para clamar “No más sangre”, en repudio a los miles de muertos por la guerra en contra de la delincuencia organizada.

La investigadora de la Ibero, María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, dijo desde el zócalo de la ciudad de Puebla: “Estamos aquí en un acto de solidaridad con los muertos provocados por una guerra irresponsable y estúpida.”

La marcha fue convocada a raíz del asesinato del joven Juan Sicilia, hijo Javier Sicilia; un asesinato emblemático de los miles de jóvenes cuyos asesinatos no son esclarecidos por no ser hijos de funcionarios. Juan Francisco Sicilia Ortega tenía 24 años y era hijo del poeta Javier Sicilia. Fue hallado muerto junto a otras seis personas, todos atados de pies y manos. Los siete fueron torturados y asfixiados en la ciudad de Cuernavaca.

Galilea Cariño, responsable del área jurídica del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE) leyó los versos del poeta católico Javier Sicilia:

“El mundo ya no es mundo de la palabra/ Nos la ahogaron dentro/ Como te asfixiaron/ Como te desgarraron a ti los pulmones/ Y el dolor no se me aparta/ Sólo tengo el mundo/ Por el silencio de los justos/ Solo por tu silencio y mi silencio, Juanelo.”

Un silencio ahogó a la multitud que momentos antes había clamado “No más sangre” en el corazón de Puebla.

Cariño continúo su lectura: “El mundo ya no es digno de la palabra, es mi último poema; no puedo escribir más poesía/ La poesía ya no existe en mí.”

Las veladoras y las flores tomaron el corazón de la ciudad.

Apenas el domingo Puebla no sabía si participaría en la marcha. Pero bastaron algunos correos electrónicos, mensajes en Facebook y Twitter para que los poblanos salieran a marchar por las calles del Centro Histórico repudiando la violencia y la inseguridad desatada en el país.

“Juan Francisco. ¡No eres el único, pero sí la gota de sangre que derramó el vaso. ¡Ni uno más!”

Algunos colocaron veladoras. Algunas jóvenes se recostaban sobre la plancha del zócalo simulando las figuras de las personas que han muerto víctimas de la violencia del crimen organizado o de los cuerpos de seguridad del Estado mexicano. Mientras las mujeres permanecían recostadas un joven seguía con tiza la figura yacente de las jóvenes quedando la silueta de las víctimas.

“Esta política instaurada por Felipe Calderón, irresponsable y siniestra ha logrado que matar no sea relevante, hay que parar esta escalada de violencia cuyas muertes colaterales son miles de personas inocentes muriendo, estamos aquí para rendir homenaje a las víctimas”, dijo en un breve discurso María Eugenia Díaz de Rivera.

Jovencitas que por primera vez participaban en una movilización de esta índole se plantaban a los pies de la fuente de San Miguel para sacar sus cartulinas donde compartían el duelo con el escritor Javier Sicilia mientras se escuchaba la lectura de algunos poemas del autor del Tríptico del Desierto.

Al grito de “No más sangre” los poblanos expresaron en las calles su rechazo a la violencia.

“En Solidaridad con Javier Sicilia. Todos los asesinados”, se podía leer en una cartulina.

La monotonía de un miércoles por la tarde se rompió con la nutrida manifestación.

Al grito de “No más sangre”, estudiantes, profesores universitarios, investigadores de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), profesores de la Universidad Iberoamericana, escritores, poetas, maestras, amas de casa, añejos activistas, periodistas y fotógrafos se congregaron en el zócalo de la ciudad para clamar el fin de la violencia.

“Todas las vidas valen lo mismo; todos los muertos son nuestros muertos.”

María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera leyó un emotivo discurso reprobando la inseguridad y violencia que vive el país.

La oradora del acto también fue una de las oradoras durante la presentación en Puebla hace algunos años de la periodista Lydia Cacho. Con esa combinación de vehemencia y claridad, Díaz de Rivera conminó a frenar la desarticulara guerra contra el narcotráfico que ha costado miles de vidas por “daños colaterales”.

La Puebla del quietismo, de la apatía y de la desmovilización demostró que sin acarreo y de manera convencida y consciente se puede expresar la solidaridad con las víctimas de la “guerra” del Estado mexicano en contra del crimen organizado.

Puebla se incorporó sin contratiempos y con energía al llamado que realizó desde Cuernavaca, Morelos, el poeta Javier Sicilia. Las mujeres fueron las más activas durante la concentración y desplegaron cartulinas con leyendas imaginativas y de reminiscencia poética refiriéndose a nuestro país como “la república del silencio y de la muerte”.

Tampoco faltaron los niños acompañados de sus abuelas.

Los poblanos que marcharon por las calles del corazón de la ciudad se unieron a las 26 movilizaciones nacionales y siete internacionales convocadas por el poeta Javier Sicilia.

El ganador del Premio Aguascalientes de poesía convocó a esta protesta nacional como un llamado de emergencia para que las autoridades del país frenen su “guerra” en contra el crimen organizado, la cual ha generado, de acuerdo con cifras oficiales, más de 36 mil víctimas.

Al filo de las seis de la tarde en el zócalo de la ciudad se reunieron por lo menos mil doscientas personas.

Eduardo Almeida Acosta, investigador de la Universidad Iberoamericana, inició el acto señalando que se trataba de un acto de vida y dignidad.

“Estamos aquí en un acto de solidaridad con los muertos provocados por una guerra irresponsable y estúpida”, sentenciaba firme Díaz de Rivera, directora de la cátedra Alain Touraine de la Ibero.

“Esta política instaurada por Felipe Calderón, irresponsable y siniestra ha logrado que matar no sea relevante, hay que parar esta escalada de violencia cuyas muertes colaterales son miles de personas inocentes muriendo, estamos aquí para rendir homenaje a las víctimas.”