Las autoridades investigan a TP-Link Systems Inc., una empresa con raíces chinas que busca consolidarse en el mercado estadounidense bajo una nueva estructura corporativa.

La compañía, que ahora opera desde California bajo la dirección de Jeffrey Chao, enfrenta un escrutinio federal debido a su presunta conexión con el ecosistema tecnológico chino, a pesar de una reciente reestructuración que dividió sus operaciones entre Estados Unidos y China.

Según una investigación de Bloomberg News, aunque TP-Link afirma operar de forma independiente en territorio estadounidense, gran parte de sus operaciones de investigación, desarrollo y manufactura siguen activas en China. Esto ha encendido alertas en Washington, que evalúa si dicha estructura representa un “riesgo inaceptable” para la seguridad nacional.

La inquietud se produce en medio de una ola de ciberataques atribuidos a actores estatales chinos y mientras EE. UU. refuerza su postura frente a empresas tecnológicas vinculadas a gobiernos extranjeros, como ocurrió anteriormente con Huawei.

El distanciamiento de los hermanos Chao

En el trasfondo del caso se encuentra la historia de dos hermanos: Jeffrey y Cliff Chao, quienes fundaron TP-Link hace casi 30 años en Shenzhen. Tras la división empresarial, Jeffrey Chao tomó el control total de la unidad estadounidense y anunció su salida de China. Ahora vive en Irvine, California, donde ha abierto una nueva sede y planea invertir 700 millones de dólares en una planta de producción y centro de I+D de alta seguridad.

He elegido a Estados Unidos”, declaró Chao, quien también reveló haber solicitado la residencia permanente en el país.

Según la empresa, TP-Link USA solo vende fuera del mercado chino y no mantiene vínculos corporativos con la unidad dirigida por su hermano en Asia.

Sin embargo, documentos oficiales y declaraciones del propio gobierno chino indican que TP-Link USA sigue empleando a unas 11 mil personas en China, principalmente a través de Shenzhen Lianzhou International Technology Co. Ltd., su rama de desarrollo y manufactura. Esta unidad continúa recibiendo apoyo estatal, lo que genera inquietudes sobre posibles obligaciones con la legislación china en materia de seguridad.

Una decisión pendiente

El Departamento de Comercio podría valerse de nuevas herramientas regulatorias para restringir o incluso prohibir la operación de TP-Link en Estados Unidos, si se concluye que las conexiones con China comprometen la seguridad nacional.

Por ahora, la compañía intenta proyectar una imagen de independencia. “Ya trasladamos todos los roles sensibles a Estados Unidos”, aseguró Chao. Aun así, la decisión final podría depender menos de los esfuerzos individuales y más del complejo entorno geopolítico entre ambas potencias.