Los automovilistas se detienen frente a la planta de gas de Tomza.
La planta de gas derruida parece una suerte de adefesio del morbo turístico.
La gente se detiene para mirar el espectáculo derruido. Ciclistas que pasan, camionetas con placas del DF y autobuses ADO que disminuyen su velocidad al pasar frente a la planta.
“Es lo que salió en las noticias”, dice vagamente un ingeniero que va rumbo a la capital del país, proveniente de Veracruz, y desciende de su vehículo para corroborar lo que miró en los periódicos y medios nacionales.
“Estuvo feo”, señala el ingeniero, quien saca su teléfono celular.
Algunos se bajan de sus vehículos y toman fotografías.
Les llama la atención la planta derruida.
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Otro de los curiosos, un trabajador de una planta aledaña que estaba en su día de descanso, señala: “Pues aquí el día que vino el gobernador vino nomás un ratito. Se bajó de su helicóptero. Ahí mero, y luego nomás pasó una camioneta por él. Y eso que no estaba tan lejos. Yo creo que unos 500 metros. Estuvo un ratito y luego se fue”.
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Las historias alrededor de la planta son comunes.
“A veces olía a gas, pero no siempre”, dice Alberto, un obrero que ha tomado su turno de descanso y que ahora que recuerda y se platica con él externa que nunca había puesto atención a ese olor, hasta que sucedió la fatídica explosión la tarde del martes.
Un grupo de obreros que aprovechan un descanso mientras comen gorditas no quita el dedo del renglón. Los trabajadores de las factorías cercanas no se sienten muy seguros después de la explosión en la zona industrial de Chachapa. Las calles de la zona industrial son estrechas y algunas son sinuosas. Apenas cabe un trailer y un coche.
“Pues aquí estamos y aquí venimos a trabajar. Esperemos que no vuelva a pasar otra cosa así por aquí. Aunque nosotros en la empresa hacemos muchos simulacros”, señala uno de los trabajadores.
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José, un vecino de la colonia Primero de Mayo, relata su propia experiencia. El trabajador señala que miraba en su casa la televisión, cuando la explosión cimbró la casa, una casa habitación a casi un kilómetro de la planta.
En torno a la zona industrial hay varias colonias periféricas. Las casas son humildes y sus habitantes se desempeñaban originalmente en labores del hogar, pero la migración los lanzó hacia esta zona que se ha construido como todas las zonas alrededor de la ciudad de Puebla, ante la carencia de viviendas, bajos salarios y campos de cultivo transformados en mancha urbana que rodea la ciudad, atrapada entre la autopista y la zona industrial de Chachapa.
“Después de la primera explosión, luego oímos otra y otras. Vimos pasar a las patrullas, a las ambulancias, todas iban y venían, todo se volvió confuso. Yo me salí para ver qué pasaba. Regresé a mi casa hasta la una de la mañana”, platica José.
En su recuento, el habitante originario de la colonia Primero de Mayo no escatima en detalles.
Rememora el paso de las ambulancias, el cierre de las calles por Policías y gente de Protección Civil, los rostros llorosos de las personas en las cercanías de la planta Tomza.
“Nunca nos imaginamos que esto pasaría”.
Curioso y con desparpajo, José se acercó lo más que pudo hasta la planta de gas. Se subió a un árbol. La Policía y Protección Civil desalojaron alrededor de las 20 horas a los habitantes de las colonias aledañas. La gente no se negó a dejar sus casas. José permaneció en su árbol observando todo el trajín y el fuego que se alzaba en una columna vertical y funesta.
Pepe muestra a sus compañeros sus propias fotografías, que tomó con su teléfono celular, y un video que ya subió a las redes sociales.
“El olor a gas era penetrante y se intensificaba en el ambiente”, relata José.
Los chillidos de las ambulancias y de las sirenas se mezclaban con la gente que iba y venía
La noticia de la explosión colocó a Puebla de nueva cuenta en los ojos de los televidentes en el país y fuera de él, a través de cadenas como Univisión.
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Un par de policías estatales vigilan la planta derruida. Cansado de hacer guardia y esperando a que los releven los policías, afirman que “estuvo feo lo de la explosión”. Parece que más bien cuidan los fierros retorcidos de lo que fueron contenedores de gas y diversos equipamientos de la planta.
Tres policías del municipio de Amozoc merodean la planta de gas destruida.
No tienen mucho que hacer y simplemente caminan de un lado para otro en un campo de futbol, o por lo menos lo que sería un campo de futbol aledaño a la planta de gas Tomza.
Los policías que cuidan lo que quedó de la planta no saben las condiciones de lo que quedó.
Y hasta los mismos policías estatales preventivos que se aburren vigilando las ruinas de la planta se dedican también a recorrer la planta derruida revisando cómo quedaron los vehículos que se incendiaron en el estacionamiento de la planta de gas Tomza.
Todavía hay tanques de gas arrumbados.
—¿Tienen gas? —se le preguntó a uno de los vigilantes estatales—.
—Pues no sabemos. A nosotros nos mandaron para acá para que nadie entre. El día que fue la explosión a nosotros nos tocó contener a la gente, había muchos curiosos que vinieron de todas las colonias para ver qué pasaba.
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Apenas el jueves la delegada de la Secretaría del Trabajo, Vanessa Barahona, al término de una reunión con trabajadoras de la CTM, señalaba que, luego de la fatídica explosión de la planta de gas Tomza en el parque industrial de Chachaoa, la gasera continúa realizando sus trabajos en otras instalaciones, como los municipios de Tehuacán y Acajete.
Pero lo que preocupa a los ciudadanos y a los usuarios de las redes sociales es que ni siquiera hay información sobre el funcionamiento de las plantas de gas, algunas de ellas rodeadas por la mancha urbana. Algunos ciudadanos, desde su cuenta de Twitter, se atreven a preguntar sobre la situación de las plantas de gas en su colonia a Protección Civil del municipio, pero nadie les contesta.
Sólo las fotos oficiales, las declaraciones de los funcionarios y las víctimas del deceso quedan en el aire.