La Coordinación de Radio, Cine y Televisión de Tlaxcala (CORACYT) nació con la misión de difundir contenidos culturales, educativos y de interés público. Sin embargo, este propósito se ha desvirtuado al punto de llevar a esta televisora pública a la ruina y casi extinción.

Desde el inicio del actual gobierno estatal, este medio —integrado a la Red Nacional de Medios Públicos— se ha limitado a producir contenidos mediocres, centrados en promover la imagen de las hijas de la gobernadora, utilizando recursos públicos.

La última gran apuesta, presentada con bombo y platillo, fue Alma y Corazón, un fallido intento de destacar los supuestos beneficios de la tauromaquia en Tlaxcala. Lejos de reflejar la relevancia y tradición de esta industria, el programa dejó mucho que desear.

Este fracaso responde a la falta de experiencia y conocimiento de su titular, Angélica Domínguez, cuya gestión no ha aportado producciones de calidad, como sí lo hicieron sus antecesores, cuyos programas se transmitían en varias frecuencias nacionales e incluso en América Latina. Es lamentable que un espacio tan emblemático esté siendo desperdiciado y manipulado por personajes improvisados.

Y una más: en Tlaxco estrenaron "opinador" oficial, es decir, vocero. Ojalá su labor se enfoque en informar con veracidad sobre el gobierno de la neomorenista Diana Torrejón, y no en reproducir discursos ofensivos, misóginos y machistas (frecuentes en sus columnas), como ya se lo han señalado distintas observadoras de medios nacionales.