Dicen pomposamente que “en Puebla, nadie por encima de la ley”, sin embargo, todo indica que ese lema no aplica para los funcionarios morenovallistas.
Aquí un nuevo ejemplo.
La semana pasada relaté la golpiza que un grupo de escoltas de Casa Puebla propinaron a un chofer de la ruta 46 por órdenes directas del secretario privado del gobernador.
Fiel a su costumbre, el director de Comunicación Social del gobierno del estado, Sergio Ramírez Robles no pudo resistirse a la tentación de mandar una carta aclaratoria y de un plumazo negó los hechos y hasta intentó burlarse de este columnista diciendo: “Lamento que, una vez más, quien lo informó le haya dado datos falsos.”
Ante la certeza de que la información de nuestra fuente era real, el reportero Jorge Castillo se dio a la tarea de buscar a los agredidos para confirmar la agresión.
Para fortuna nuestra, el chofer agredido y sus hermanos aceptaron valientemente darnos sus testimonios, los cuales demuestran la veracidad de la información publicada en Intolerancia Diario y dejan al descubierto la prepotencia con la que actuó el secretario privado del gobernador y la complicidad de los escoltas que acudieron a su llamado.
El relato de los hechos resulta escalofriante, sobre todo por la forma en la que fueron golpeados y humillados por un simple percance automovilístico.
Lamentablemente, la postura del vocero gubernamental demuestra que existe una postura de encubrimiento para el ayudante personal de Moreno Valle y sus escoltas.
Si en verdad existiera la intención de cambiar la forma de gobernar, erradicando las prácticas prepotentes de los funcionarios gubernamentales, en lugar de carta aclaratoria, habríamos recibido un boletín anunciando la destitución inmediata de Pablo Pérez y el inicio de una investigación para conocer la identidad de los escoltas que participaron en la golpiza.
Desafortunadamente, es más que evidente que las órdenes superiores fueron en el sentido de proteger al secretario privado del gobernador.
Por increíble que parezca, al vocero ya lo transformaron de director de Comunicación Social a un vulgar encubridor.
¿Y dicen que lo mejor está por venir?
¡Sálvese el que pueda!

¿Y la credibilidad del vocero?
Ahora que se confirmó que la carta aclaratoria firmada por Sergio Ramírez Robles es una mentira absoluta, me pregunto: ¿Qué credibilidad puede tener un vocero que miente para encubrir a un funcionario? ¿Mandó la carta por iniciativa propia o lo mandó su jefe? ¿Iniciará la Contraloría un procedimiento? ¿Alguien va a tomar con seriedad su próximas cartas aclaratorias? ¿Cuantas mentiras más nos habrá dicho?