En Chihuahua tres menores de edad, estudiantes de secundaria, fueron detenidos por las autoridades luego de ser denunciados por el delito de extorsión. Los jóvenes delincuentes exigían de 5 a 40 pesos diarios a sus compañeros de clase a quienes amenazaban no sólo con golpearlos, sino incluso asesinarlos.
Entre 13, 14 y 15 años son apenas las edades de estos niños quienes confesaron cometer el delito, consecuencia de lo que escuchan y leen. Para ellos, el acceso fácil al dinero a través de la extorsión (palabra que por cierto desconocían a ciencia cierta) fue la manera más natural de obtenerlo, consecuencia de la realidad que se vive en nuestro decadente país.
Este tipo de actos delictivos en manos de personas que apenas y alcanzan la pubertad, son consecuencia de la evidente descomposición del tejido social de este México perdido. De este México preocupado por el pan de cada día y desocupado de los niños y jóvenes.
No justifico el grave delito de extorsión cometido por los adolescentes, pues las consecuencias en sus víctimas podrían ser fatales. El daño psicológico de los menores extorsionados puede tener consecuencias irreversibles que afectarían no solo su desarrollo físico sino psicológico y quizá profesional si no son tratados por especialistas. Sin embargo no se puede crucificar el actuar de unos jóvenes que simplemente son consecuencia de esta sociedad inmersa en la podredumbre.
Asesinatos, extorsión, robo a mano armada, balaceras en las calles, secuestros y una lista interminable de descomposición social que parece no detenerse.
Puebla, hay que reconocerlo, aún se encuentra dentro de las entidades con menor índice de delincuencia, sin embrago eso no la exenta de los problemas sociales por los que atravesamos. El bullying en las instituciones educativas es una realidad y la ausencia de programas de prevención de violencia siguen sin dar resultados o en algunos casos, lo que es peor, sin existir.
Ojalá se tomaran medidas drásticas que eviten que la Puebla de los Ángeles llegue a escenarios lamentables y sin reversa como en el norte del país.
Del bullying a la extorsión

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