Desde Palacio Nacional, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo expresó su respeto por el legado del escritor Mario Vargas Llosa, premio Nobel de Literatura, quien falleció el 13 de abril de 2025 a los 89 años. En un gesto que sorprendió por su tono conciliador, la mandataria lamentó la muerte del intelectual peruano, conocido no solo por su vasta obra literaria, sino también por sus filosas posturas políticas, muchas de ellas críticas del movimiento al que ella pertenece.

“Falleció un gran escritor, Vargas Llosa, más allá de las diferencias políticas siempre hay que reconocer la grandeza de un escritor”, declaró Sheinbaum ante medios de comunicación, marcando así un punto de respeto hacia quien fuera, en vida, una de las voces más influyentes —y polémicas— de la literatura y el pensamiento político en habla hispana.

La relación entre Vargas Llosa y el proyecto político de la Cuarta Transformación fue tensa desde el inicio. Durante la campaña presidencial de 2018, el autor de La fiesta del Chivo no escatimó en advertencias sobre los riesgos que, a su juicio, implicaba un triunfo de Andrés Manuel López Obrador, a quien acusó de representar un retroceso hacia el autoritarismo. “Esperemos que el populismo no gane en México. Yo espero que no gane López Obrador”, dijo entonces, con el tono agudo que lo caracterizaba.

Pero López Obrador ganó, y Vargas Llosa no cesó sus críticas. A lo largo del sexenio, el Nobel peruano insistió en que el populismo había echado raíces profundas en el país, al igual que en otras naciones latinoamericanas. “Como han arruinado los populismos a todos los países de los que ha hecho presa”, advirtió en reiteradas ocasiones, convencido de que el rumbo tomado por México afectaría, de forma inevitable, a toda América Latina.

El conflicto político no fue nuevo. En 1990, durante el encuentro La Experiencia de la Libertad, compartido con Octavio Paz, Vargas Llosa había pronunciado una frase que quedaría marcada en la historia de la crítica política en México: llamó al régimen priista “la dictadura perfecta”. La sentencia, lanzada en plena transición democrática, resumía su percepción sobre el sistema mexicano: sin dictadores militares, pero con un partido dominante que, durante décadas, controló cada engranaje del poder.

Este 13 de abril, su partida fue anunciada por sus hijos Álvaro, Gonzalo y Morgana, quienes informaron en un comunicado que el escritor murió “rodeado de su familia y en paz”. “Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás suyo una obra que lo sobrevivirá”, expresaron.