En una de las operaciones migratorias más amplias en lo que va del año, autoridades federales y estatales detuvieron a al menos 780 personas migrantes en Florida durante los últimos cuatro días, como parte de la estrategia de deportaciones masivas impulsada por el presidente Donald Trump.
La operación, coordinada entre el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y el gobierno del gobernador Ron DeSantis, se centró en individuos con órdenes de deportación definitivas.
Según informes oficiales, 275 de los detenidos se encontraban en esa situación, lo que significa que más de una cuarta parte de los arrestados enfrentan expulsión inmediata sin posibilidad de apelar.
Además, las autoridades han recurrido a arrestos "colaterales", deteniendo a personas que no eran objetivo inicial de las redadas pero que se encontraban en el entorno de los buscados.
Esto ha generado preocupación entre organizaciones defensoras de los derechos de los migrantes. Tessa Petit, directora ejecutiva de la Coalición de Inmigrantes de Florida, advirtió que estas medidas "van a desintegrar familias" y transformarán a Florida de un estado "acogedor" a uno hostil para las comunidades migrantes.
El gobernador DeSantis ha sido un aliado clave en la implementación de la agenda migratoria de Trump. En febrero pasado, firmó leyes que endurecen las condiciones para los inmigrantes irregulares y facilitan la aplicación de políticas federales en el estado.
Esta operación forma parte de un esfuerzo más amplio de la administración Trump para cumplir su promesa de campaña de realizar deportaciones masivas.
Sin embargo, hasta ahora, el ritmo de las deportaciones ha sido más lento de lo anticipado, lo que ha llevado al gobierno federal a buscar una mayor colaboración con las autoridades estatales para acelerar el proceso